Tres historias de éxito

5 abril, 2019

Por Alejandro Moronta

El éxito a veces se encuentra de forma inesperada.

Más que patadas

Éibar es una ciudad de 27,000 habitantes en el País Vasco, España.  Su club de fútbol, la Sociedad Deportiva Éibar, fundado en 1940, debutó en la segunda división del fútbol español en 1953.  A lo largo de los años, el equipo tuvo sus altibajos, participando diferentes divisiones.  En 2009, Álex Aranzábal, nativo de Éibar, de 34 años, con un doctorado en economía y dirección de empresas, asume la presidencia del club.  Para 2014 el equipo asciende a la primera división de la Liga Española.

La gestión de Aranzábal, conocida como el Modelo Éibar se basó en que el equipo debía funcionar como una empresa rentable, con una mezcla exitosa, manteniendo los valores del fútbol y la identidad del equipo con la internacionalización.  En 2014, ante la necesidad de levantar capital, se lanzó una campaña de mercadeo y crowdfunding, llegando a 2 millones de euros, con unos 11,000 socios de 69 países, que invertían a partir 50 euros.  Además, fue el primer equipo de fútbol europeo en obtener la certificación de un sistema de gestión de calidad ISO 9001, y que en el 2018 renovó con la versión más reciente de la norma.  La Sociedad Deportiva Éibar lleva 6 años siendo rentable, sin deudas, y con una cuenta de más de 30 millones de euros en caja.  Cuando en enero de 2019 se enfrentaron con el Barcelona, equipo con el que curiosamente, comparten los colores, el Barça tenía un presupuesto de 865 millones de euros, versus los 49 millones del Éibar.

Aranzábal dejó el club en 2016, y ahora ocupa la presidencia una mujer, Amaia Gorostiza, siguiendo el esquema de rentabilidad como premisa fundamental, haciendo uso eficiente de los recursos, a la vez que se enfatiza la cultura de familia.  Para el fichaje de jugadores no sólo entrevistan al candidato, sino también a la familia y hasta a las esposas o novias.  Se concentran no tanto en las habilidades deportivas, sino también en los aspectos personales.

A su orden

Tillman Fertitta, puede cenar cada día en uno de sus restaurantes y le tomaría casi 2 años antes de volver a uno de sus establecimientos.  Posee 600 restaurantes en 14 países, 12 hoteles, 5 casinos, 3 acuarios, 2 parques de diversión, concesionarias de Bentley, Rolls-Royce y Bugatti, el equipo de baloncesto Houston Rockets y un programa en NCBC, Billion Dollar Buyer.  Las cadenas de restaurantes incluyen Bubba Gump Shrimp Company y Rainforest Café.  Se atribuye su éxito a adquirir restaurantes en dificultades, reducir costos y simplificar operaciones.  Como tiene muchas operaciones de restaurantes, compra grandes cantidades de comida, lo que le favorece en obtener mejores precios.

El pragmatismo a veces necesita alguien de fuera que vea las cosas desde otra perspectiva.  Un ejemplo de esto es cuando Fertitta compró Rainforest Café en el año 2000.  Esta cadena de restaurantes, con un enfoque ecológico y tropical, tenía aves vivas en los establecimientos.  Sin embargo, mantener las aves y poder satisfacer a las autoridades sanitarias implicaba un costo elevado.  En consecuencia, los pájaros fueron retirados de los restaurantes.

Fertitta cree en el legado que dejará en la ciudad de Houston.  Sus inicios en el mundo de los negocios fueron en Galveston, Texas, donde pelaba camarones en la cocina del restaurante de su tío.  Duró 2 años en la universidad, pero no completó los estudios.  Dice que la clave del éxito está en saber qué poner y dónde.  Los detalles tratan de crear lealtad a la marca.  Los clientes buscan grandes experiencias.  Cuando un equipo pone atención a los detalles, la gente regresa.  Con las preferencias del mercado y sus tendencias, se ve obligado a revisar su oferta.  “Tienes que cambiar constantemente.  Si no lo haces, te van a dejar de lado”.

El sueño americano

Ulises Valdez es un caso interesante, y probablemente desconocido para muchas personas.  Nacido en Michoacán, México, en una familia de 8 hermanos, su padre murió cuando él tenía 8 años, por lo que tuvo que aprender el lado duro de la vida a temprana edad.  Alcanzó el tercer curso de primaria.  Luego de dos intentos fallidos, cruzó la frontera con Estados Unidos, llegando a radicarse en Sonoma, California.  Bajo la reforma migratoria de 1986 legalizó su estatus como trabajador temporal y luego obtuvo el de residente permanente 10 años después.  Regresó a México, donde se casó, y se llevó a su esposa a Estados Unidos. Trabajando en los viñedos, aprendió de vitivinicultura, y pasó de ser un trabajador, a gestionar viñedos.  Inició un proyecto con un socio, y al cabo de 10 años, le compró su participación, dirigiendo ya su propia empresa.  Actualmente, el negocio tiene 100 empleados y maneja más de 1000 acres de viñedos.  Su visión le permitió ampliar sus negocios, lanzando sus propios vinos.  En mayo de 2010, su vino chardonnay Silver Eagle Russian River Valley fue servido al presidente Felipe Calderón, de México, en una cena de estado en la Casa Blanca.

Valdez tenía una gran habilidad para lo que hacía, conociendo bien el terreno de Sonoma.  Era apasionado, trabajador y perfeccionista, siendo proveedor de grandes bodegas.  En una ocasión, uno de sus trabajadores olvidó sujetar adecuadamente un recipiente de uvas de un viñedo que manejaba, y lamentablemente la mitad de la carga cayó al piso.  Ulises Valdez, a llantos, se comunicó con el cliente, reemplazando la fruta con uvas de su propio viñedo, sin costo para la bodega.

Tres historias de éxito muy diferentes, pero con el factor común de una gestión adecuada, pasión, entender el negocio y el enfoque correcto.  Desde un equipo de fútbol en una liga tan competitiva como la española, un emporio de servicios, hasta la gestión de viñedos y la elaboración de vinos, los fundamentos son los mismos.

En septiembre de 2018, el corazón de Valdez dejó de latir.  Obviamente su formación no se acercó a la de Álex Aranzábal, y quizás su legado no llegue a ser como el que espera dejar Tillman Fertitta, pero su impacto en California perdurará por décadas.