El Patito Feo

18 abril, 2022

Por Alejandro Moronta

Puede que sea una simple forma de decir las cosas, eso es válido, mas no me luce que la expresión “que me tomen en cuenta” siempre sea una simple petición cuando una persona desea ser considerada para un beneficio o posición mayor.  Igualmente aplica para grupos que reclaman ser incluidos en un proyecto, actividad o provecho que les pudiera favorecer o desde otro modo, que no les perjudique.

Dejando la semántica de lado, tomar en cuenta tiene un dejo de esperanza con un riesgo implícito, que puede girar en torno a la actitud conformista o hasta de victimismo cuando se coloca el negativo delante: no me tomaron en cuenta.  A mi modo de ver las cosas, a esto lo llamo el síndrome del patito feo, por el cuento de Hans Christian Andersen del patito que era menospreciado por no ser tan atractivo como los demás hasta que después de sufrir múltiples rechazos, crece y cuando se mira en un lago se da cuenta de que se ha convertido en un hermoso cisne.

Aquel empleado tenía una de esas características que le hacían ser un especialista en su trabajo, una posición única en la empresa y en el mercado.   Se anunciaron una serie de aumentos salariales y esta persona, quien estaba en punto máximo de la escala para su puesto, no recibió el nivel de aumento que deseaba.  Cuando me solicitó una reunión, dijo que no se le había tomado en cuenta para el incremento en los salarios.  Me costó explicarle que su caso, como el de los demás, había sido analizado, pero por su nivel salarial dentro de la especialización, de aumentar su salario crearía un desbalance respecto a otras posiciones con características similares.


La actitud de victimismo o autocompasión tiene un efecto de mecanismo de defensa, lo que refleja que algunas personas se atrincheren en eso para justificar por qué no avanzan en sus propósitos. 


En una segunda anécdota, se ha abierto un concurso para ocupar una posición, a la que aspiran varias personas.  Que alguien no reciba la noticia de ser quien ocupe el puesto no quiere decir que no le tomaron en cuenta.  En este tipo de circunstancias, lo correcto es que revisen las hojas de vida de quienes desean ocupar la vacante, pero eso no quiere decir que no se hayan ponderado.  Sencillamente había una posición y se seleccionó a una persona.  Justo o injusto, eso es otra cosa, que tampoco desmerita a quienes la solicitaron.  Todos los aspirantes pudieron tener muy altas posibilidades y calificaciones, pero sólo había una vacante.

Hay que tener cuidado con la cultura subyacente del síndrome el patito feo, y este tema puede expandirse en varias vertientes.  Cuando hay una convocatoria a ocupar una posición, si la decisión final es injusta, aquí no hay mayores consideraciones que no sean las de enmendar las cosas para que no sigan ocurriendo.  Hacer lo correcto no siempre es bien visto ni es populista tampoco.  Dirigir un grupo no es cuestión de mantener contenta a la tropa a toda costa.  Lo principal es el logro de los objetivos sin que ello signifique manchar la ética.

Si la decisión final ha sido justa, se debe entender que hay muchas decisiones que son difíciles, para las que hay que considerar varios puntos.  El que alguien o un grupo no haya estado en la parte favorecida, eso no quiere decir que su capacidad o aprecio por su trayectoria o aportes actuales o potenciales no reciban el crédito que merecen.  Había que tomar una decisión.  Si había 5 potenciales candidatos, todos con excelentes calificaciones, sólo uno podía ser elegido. Quizás era quien mejor entrevista hizo, o quien más afinidad mostró con la cultura o empatía con quien contrataba.

El del empleado cuyo aumento salarial no fue como se esperaba, es un escenario de los tantos que ocurren en la gestión de las personas.  Complacerle sería perjudicial, no sólo para él, sino también para la empresa.  En caso de que quisiera algún día moverse dentro del mercado laboral, su salario estaría muy por encima del mercado y lo más probable es que tenga que aceptar una oferta por menos dinero para una posición similar.  Dentro de la empresa, como las informaciones que supuestamente son confidenciales suelen colarse, si acaso se supiera el salario de este especialista, las personas que estén en su mismo grupo salarial tendrán razones para reclamar una compensación equitativa.  Consecuentemente se crearían, pues, dos problemas.

El síndrome del patito feo se ve de forma cotidiana.  La actitud de victimismo o autocompasión tiene un efecto de mecanismo de defensa, lo que refleja que algunas personas se atrincheren en eso para justificar por qué no avanzan en sus propósitos.  Cuando una persona no se preocupa por mantenerse al día, por su desarrollo profesional, por entender el negocio, entonces sus aspiraciones son limitadas.  En cuanto a habilidades blandas, si su actitud y cómo encaja en la cultura de la organización no le suman puntos, entonces, no está en una buena posición ante otras personas.  Lo malo es que no se dan cuenta de ello y hasta alegan que sus años de trabajo justifican promociones o mayores beneficios que los que reciben en un momento dado.  Eso es un error.

Llegar a ser un cisne no siempre sale como el cuento.  Total, el patito feo no sabía que llegaría a serlo.  Más que ser una persona quejosa, el enfoque debe ir a resolver los complejos, saber sobre qué pie se está parado.  Conocer la propia realidad llevará a la persona a tomar acción y bien sea mirándose en el agua o en un espejo pueda ver a la persona que quiere ser.