Jabón en bola: un salto hacia atrás

18 marzo, 2021

Por Alejandro Moronta

Antes de la proliferación de máquinas lavadoras de ropa, el llamado jabón en bola era un producto infaltable en la canasta familiar dominicana.  Hace unos buenos años, el jabón de lavar se vendía en briscas, unas barras largas del producto, y las personas las cortaban en tamaños menores según sus necesidades.  En una de las empresas fabricantes de jabón en el país notaron que las personas tomaban porciones de la brisca y la amasaban haciendo una esfera.  La empresa jabonera tomó la idea, mandaron a hacer un troquel esférico y de ahí nació el producto.  Lo lanzaron con mucha aceptación, por lo que incrementaron su participación en el mercado.  La competencia copió la idea y luego lanzaron su versión, pero como dice la expresión, quien bebe primero, bebe agua limpia.

En otra anécdota, eran las olimpíadas de México, en 1968.  Para la competencia de salto alto, los atletas corrían y una vez frente a la barra saltaban de frente para elevarse y salvar el obstáculo.  Así se había hecho siempre.  Dick Fosbury, un atleta norteamericano, tenía un método diferente.  Él corría hacia la barra, saltaba, se elevaba de espaldas y arqueaba el cuerpo cruzando así por encima de la altura fijada.  Ganó la medalla de oro.  Desde entonces, el salto alto se realiza de espaldas pues, así los atletas pueden lograr un mayor desempeño en esta prueba de atletismo.

Uno de los puntos clásicos a vencer en todo lugar es el conocido “aquí las cosas siempre se han hecho así”.  Puede que las cosas hayan funcionado de esa forma en un momento determinado, pero eso no siempre se mantiene.  Todo cambia, todo evoluciona y es parte de la sostenibilidad el adaptarse a los cambios.  Si las cosas se siguen haciendo como siempre se han hecho, cabe hacer el ejercicio de saber si es eficiente ese método y si aún se logran los objetivos de desempeño.  ¿Acaso se sabe si la competencia lo está haciendo mejor?   La otra pregunta es saber si la empresa se está superando a sí misma.

Hacer las cosas de la misma forma siempre también cierra las puertas a la innovación.  No se trata de cambiar por el mero hecho de cambiar, sino de revisar si aún conviene continuar así.  Los cambios deben ser para mejorar, y no al revés.  Si no, ¿qué se busca con eso?  Los cambios no requieren pensar de forma compleja, sino pensar diferente, y en muchos casos, de forma obvia.  Está bastante difundida la frase de Voltaire de que el sentido común no es tan común, después de todo.

Con el caso del jabón en bola, si los clientes tomaban el producto como se vendía y lo modificaban, la primera pregunta sería por qué lo hacen.  La pregunta siguiente sería qué se puede hacer para ofertar el producto como lo quieren los consumidores.  Si el cliente modifica algo es porque evidentemente eso no le agrada o acomoda de la forma en que lo recibe.  De ahí surgió una idea que se convirtió en un producto exitoso.

La forma de saltar de Dick Fosbury no vino de la observación, sino por su dificultad para realizar el salto alto como se hacía hasta ese momento.  Él sabía que con los métodos conocidos no podría tener éxito.  Eso lo llevó a buscar un método diferente, no sin detractores.  Un periódico le llamó vago.  Para su ventaja, Fosbury estudiaba ingeniería civil, y aplicó sus conocimientos para pulir su forma de salto, arqueando su cuerpo y manteniendo el centro de masa por debajo de la barra.  Le llevó meses perfeccionar su técnica.  Le ayudó que en la década de los años 60 sustituyeron la superficie de caída por materiales más suaves que los usados hasta entonces, un alivio también para su espalda.  El 20 de octubre de 1968, Fosbury se alzó con la medalla de oro, habiendo logrado saltar 2.24 metros, un récord olímpico.  Luego de romper el récord, logró saltar 2.28 metros.


Los cambios no requieren pensar de forma compleja, sino pensar diferente, y en muchos casos, de forma obvia.


Un problema sencillo, pero incómodo, es cuando a una camisa o blusa se le pierde un botón.  Algo tan básico como encontrar el mismo botón extraviado puede resultar en algo frustrante, o que implique cambiar todos los botones a la vez.  Esto sucedió por muchos años.  Alguien tuvo la idea de colocar botones extra en las prendas de vestir.  Si la pieza tiene botones de tamaño diferente, como para el frente y para el cuello, por ejemplo, se colocan botones adicionales de ambos tamaños.  Si se pierde un botón, simplemente se pone uno de los botones adicionales.  Total, los vehículos tienen un neumático extra de repuesto, ¿no?  Pues se aplicó el mismo concepto, pero para ropa.

No siempre, pero a veces se logran soluciones sencillas a problemas que pueden ser complejos.  Antes de llegar a ese punto hay que tener algo fundamental y es tan sólo la capacidad de observación.  De la observación viene el análisis, muy aplicable al caso de Fosbury, como también de salvar obstáculos, de los que no tuvo pocos.  El fabricante de jabón tuvo que hacer ajustes en la maquinaria para producir jabón con el nuevo troquel, como también perseverar hasta lograr una solución.  Nadie dijo que sería fácil llegar donde se deseaba.  Si así fuera, hubiera menos problemas de los que hay en el mundo.

Puede que el término innovar sea visto como algo muy técnico o que requiera un proceso muy complicado, pero no es lo que se piensa.  Lo que hace falta es voluntad, deseo de hacer las cosas mejor o de solucionar problemas.  Lo más cómodo es no hacer nada, pero se dejan de descubrir muchas cosas.  Dejar todo como está es como seguir saltando hacia adelante.