El líder inspirador (1)

17 mayo, 2019

Por Alejandro Moronta

Al momento de escribir estas líneas se cumplen 75 años de los toques finales de la mayor invasión bélica naval de la historia, el desembarco de Normandía, como parte de la Operación Overlord. Después de más de un año de preparativos, la invasión se inició el 6 de junio de 1944, y el propósito de las tropas aliadas era establecerse en Francia para iniciar un ataque a las tropas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial.

En un estudio realizado en el 2012 por IBM en 64 países, una de las características del liderazgo más relevantes era la capacidad para inspirar. Se dice que las grandes crisis son las que sacan a relucir las grandes dotes humanas, donde surge el liderazgo, florece la creatividad y la genialidad sale a flote. Si se mira el panorama mundial, ¿se necesita una crisis mayor para que las virtudes universalmente reconocidas salgan con mayor luz?

Mezclar los temas de la administración pública con las instituciones privadas no luce ser una buena combinación. Menos si se usa un ejemplo de la primera para catapultar la segunda. Más bien, luce que debería ser al revés. Menos aún si se usa una figura conservadora y para muchos anticuada como referencia, en los tiempos actuales. A pesar de todo lo anterior, la figura de Winston Churchill es digna de revisar en todo momento, pues su legado rebasa el período histórico que le costó vivir. ¿Cómo pudiera estudiarse la figura de Churchill en las instituciones y las posiciones de dirección en los tiempos actuales? Si Churchill hubiera estado en los zapatos de Steve Jobs o Elon Musk, ¿cuál hubiera sido el futuro de Apple o Tesla?


Si Churchill hubiera estado en los zapatos de Steve Jobs o Elon Musk, ¿cuál hubiera sido el futuro de Apple o Tesla?


Churchill nació en una familia noble, de padre inglés y madre estadounidense. Fue educado en instituciones de renombre, y sin embargo no era brillante en los estudios. Después de dos intentos fallidos, logró entrar a la academia militar de Sandhurst, de la que egresó como oficial del ejército. El que no se destacara académicamente no impedía que supiera lo que quería. El dar el ejemplo y preparar su futuro político le llevó a solicitar estar en el campo de batalla, estando en Cuba, India y Sudán. En Cuba surgió su afición por el tabaco, cosa que le caracterizaría durante toda su vida.

Prolífico escritor, publicó 5 libros antes de los 25 años. Ahora se diría que su capacidad de comunicación era extraordinaria, y si consideráramos las cartas y documentos que escribió bien ocuparían una buena cantidad de memoria de almacenamiento. Por sus escritos y discursos recibió el Premio Nóbel de Literatura en 1953 por «su maestría en la descripción histórica y biográfica, tanto como por su brillante oratoria, que defiende exaltadamente los valores humanos».

Gestión de riesgo a principios del siglo XX

Se inició en la vida pública como parlamentario, ocupando luego diferentes posiciones de la administración pública. Churchill era pragmático a la hora de resolver problemas. Siendo Ministerio del Interior, buscando un sistema más justo para los infractores de la ley, diseñó un sistema de penas por la gravedad de los casos, lo que permitió poder descongestionar las cárceles de personas que no ameritaban ser mantenidas en prisión ya que sus delitos eran menores. Modernamente se diría que implantó un sistema de gestión de riesgo en cuanto al régimen carcelario. Como parte de las reformas, hizo que las prisiones tuvieran bibliotecas para los internos. En otro ámbito, introdujo reformas para mejorar la seguridad en las minas y en los lugares de trabajo. Su influencia fue clave en la legislatura aprobada sobre la seguridad de salud y desempleo.

Como Canciller de la Hacienda, lo que equivaldría al Ministerio de Finanzas, se caracterizó por una eficiente gestión del presupuesto, balanceando las demandas contra las necesidades del imperio. En otras funciones también se destacó por la prudencia en el manejo de la cosa pública, y por sus grandes habilidades de negociación.

Lord del Almirantazgo

Una de sus más brillantes gestiones fue como Lord del Almirantazgo. Tuvo una extraordinaria visión, empatía e involucramiento en sus quehaceres. Anticipó la necesidad de mejorar la armada ante el incremento de barcos del Imperio Alemán, antes de la Primera Guerra Mundial.

Se ocupó de su gente, con un sistema de pensión para todos los miembros de la armada, no sólo de los oficiales navales, y para las viudas de los fallecidos en guerra.

A lo que actualmente se llamaría gemba (el lugar donde suceden las cosas), visitaba con frecuencia las bases militares y navales. Su involucramiento no tuvo precedentes. A pesar de ser del almirantazgo, cuya función principal era la fuerza naval del Imperio Británico, aprendió a volar aviones. ¡Hace más de 100 años! Además, fue de los ideólogos del tanque de guerra, con el sistema de oruga para la tracción de estos vehículos. Como si fuera poco, acuñó el término hidroavión (seaplane). Es decir, que su involucramiento como gestor abarcaba sus funciones directas e incidía positivamente en su entorno.

La Primera Guerra Mundial

Con buen olfato y análisis, anticipando una posible guerra, supo predecir que si Alemania invadía a Francia durante la Primera Guerra Mundial, el avance de los germanos se detendría en 40 días. En efecto, ocurrió a los 38 días. Un líder, como buen estratega, deber tener la capacidad de ver el escenario y conocer las diferentes vertientes de posibilidades.

La invasión de la península turca de Galípoli en 1915 fue un fracaso, en parte porque las informaciones recibidas no eran correctas en el proceso de planificación y toma de decisiones. Ello motivó que Churchill fuera sacado del gobierno. Al dejar esta posición, en plena guerra, Churchill decidió unirse a su regimiento en Francia y volver a la vida militar. En esto, demostró su valentía al estar en el campo de batalla. En el mundo del mejoramiento continuo, de nuevo se puede decir que fue a la gemba. Se salvó de la muerte en varias ocasiones, como sucedería en muchas otras veces durante su vida, pero demostró gallardía y apoyo sin igual a sus soldados.

Estando en plena guerra, uno de los empleados del Almirantazgo, la oficina de la cual había sido separado, le confió a Clementine, la esposa de Churchill: «En estos momentos de ansiedad y dificultad extraño el coraje y valor de su esposo para tomar decisiones». Ocuparse de sus tropas, que en el mundo de las organizaciones serían los colaboradores, era una tarea primordial.   Es hasta simpático, que al llegar a un puesto de comando, notó las deplorables condiciones de salud de los subalternos, y le declaró la guerra…¡a los piojos! Para este propósito emplearon los tanques de una cervecería que no estaban en uso creando tinas para que los soldados se pudieran higienizar.